Se acercan las elecciones…de nuevo
Por: Marco Vinicio Jaime
Nuevamente la sociedad
presenciará la disputa “oficial” entre las diferentes fuerzas políticas de país
por el control del gobierno y la representación popular a través del Ejecutivo
en diversas entidades y diputaciones federales respectivamente, de cara al primer
domingo de junio del presente año, justo en medio de un escenario candente.
De conformidad, el reto se
antoja titánico, en virtud de las consabidas muestras de desasosiego ciudadano
que cunde a lo largo de la República, luego del agotamiento de un ciclo de
ejercicio del poder, que por ahora ya no parece dar para más; es decir, de
reducción significativa de los satisfactores hasta elementales que demanda el
colectivo popular: desarrollo, bienestar, legalidad y justicia, el derecho
pues, de vivir en paz.
Así, cada uno de los
participantes en esta singular contienda intenta echar mano de modelos que
pudieran representarle –nuevamente- atractivos novedosos y la gente se convenza
de que, “ahora sí”, “se va por más”.
La gente sin duda ha mermado
sus expectativas, quizá resignada a una realidad tirana que no le deja
vislumbrar mejores condiciones, frente a tal desenvolvimiento de una clase
política que tampoco ha dado muestras de reconocer la evidente necesidad de una
transformación, la cual –según el impacto mediático de la evolución informativa-
se ha concentrado en asegurar su patrimonio, y nada más.
Por ello, los ciudadanos que
todos los días: a cada momento, a cada instante, viven la precariedad de un
sistema sectario, inequitativo e injusto, le es ya indiferente la llegada de
los tiempos de elecciones; y esto es grave, no tanto por la posibilidad de un alto
abstencionismo, sino por la señal más impactante e inequívoca que se arroja: la
fuerte apatía a lo que consideran incongruencia entre el decir y el hacer, la
tristemente arraigada brecha que divide cada vez más a los pobres de los ricos,
de esos caballeros que “se amoldan a todo con tal que no les falte de nada”,
según asevera el agudo Serrat.
Entonces, más que un discurso unilateral
de buenas intenciones, sobrecargado de mercadotecnia y constructos de ‘oropel’,
serán los hechos mismos, sobre los cuales la gente habrá de erigir tal o cual
decisión. Será con base en lo que viven, ven y juzgan todos los días, no solo en
una temporada –como lo dictan lamentablemente los cánones de un tradicionalismo
político-electoral desgastado- que emitirán su veredicto; que por supuesto, no
se reflejará tampoco ya en la simple cuantía sufragante; porque las minorías –según
se ha visto en los últimos años- vía una escasa votación, generan a veces un
escenario acomodaticio de beneficios oscuros para los partidarios de la
vigencia continua.
El proceso electoral regulado
hoy novedosamente por el “novel” INE dará muchos elementos qué permitirán
incidir en el rumbo que tomará el país, y más aún después de la contienda, en la
que por lo que se ve hasta ahora, bien podría estar aguardando grandes
sorpresas sin precedente–no por quien resulte “vencedor”-, sino por el efecto colateral
destinado a irrumpir el statu quo de la cotidianidad conocido. ¿Habrá algo
favorable que cambie de pronto esta situación?
La XXXI Legislatura y su actividad
El Congreso del Estado de Nayarit,
se ha dado a la tarea de impulsar interesantes resolutivos, decretos y leyes,
durante el Primer Período Ordinario de Sesiones, correspondiente al primer año
de ejercicio constitucional, tal como lo da a conocer en su respectivo parte de
novedades. Un trabajo que cuantifica en “más de 70 resoluciones (haciendo “un total de 31 acuerdos, 21
Leyes de Ingresos, 15 reformas legales, ocho decretos, tres ordenamientos
legales y una reforma constitucional federal”). Lo cual va asimismo, desde la aprobación de
acuerdo para la integración de nuevas comisiones legislativas, mayores
oportunidades políticas para la mujer indígena, hasta para el fortalecimiento
de un sistema de la información geográfica y estadística de Estado de Nayarit,
que incidirá en una “mejor integración de políticas públicas”.
Sin duda, de lo anterior destaca
un aspecto primordial que bien podría ser la base para la optimización de lo
aprobado, y lo que seguramente vendrá: garantizar en tiempo y forma el correcto
funcionamiento de la Comisión Legislativa de Participación Ciudadana, y que realmente llegue a tener como
finalidad, “fomentar una mayor participación [popular] a través de investigaciones,
estudios y foros, incluyendo el estudio y dictamen de los proyectos de
iniciativas de ley o decretos donde la participación de la sociedad sea un
factor determinante”. Permitiendo pues con ello, una primera autoevaluación, y
ver qué tanto ha participado la ciudadanía hasta este día, qué tanto está de
acuerdo, qué no, y qué propone para el establecimiento de responsabilidades
compartidas con la propia comisión.
Los tiempos actuales no son para menos, es
imprescindible convertir las propuestas en hechos de probada eficacia. La oposición
debe pues, enseñarse a ser oposición a la manera de lo que exige el reto
presente, según lo decía Octavio Paz: ya no más un patrón comportamental que “discuta
mucho y dialogue poco”, como tampoco cabe el unilateralismo abyecto de la simulación.
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