La batalla contra la pandemia…
Marco
Vinicio Jaime
“La parte dura, por la
que uno estudia es para ver las migajas como pistas. A veces lo que pensabas
que era el aspecto más brutal del virus resulta ser la grieta en su armadura. Y
le encanta disfrazar sus debilidades como puntos fuertes."
-Max
Brooks (Guerra Mundial Z).
De la ciudad
de Wuhan, Capital de la provincia de Hubei, China Central, se esparció rápidamente
el pasado primero de diciembre del 2019, un poderoso mal; una rara afección
viral que comenzó a sembrar muerte y desolación en el mundo: agresivo agente
microbiano que inflige daños terribles al sistema respiratorio, analizado y
clasificado en su momento como coronavirus (Covid-19), que hasta ahora, según los últimos reportes periódicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las víctimas se cuantifican en 456 mil 973 muertos en el mundo, y ocho millones 525 mil 042 infectados (actualización al 20 de junio), y
en países como Italia, el promedio de decesos -en la parte más crítica- llegó a ser de 790 por día, mientras que en Estados Unidos alcanza el millar y medio.
La
pandemia, llegó a México el último día del mes de febrero, registrándose los
primeros infectados, y tan solo 23 días más tarde, de acuerdo a la Secretaría de
Salud del Gobierno Federal, 4 muertos, 367 casos confirmados, 826 sospechosos, y
mil 865 que tras la prueba médica respectiva, dieron negativo. Los datos al 20 de junio son: 20 mil 781 muertos, 175 mil 202 contagios, y 23 mil 567 activos (últimos 14 días).
Pese a
que la respuesta del Presidente Andrés Manuel López Obrador, según no pocas
voces, no se ha dado acorde a la celeridad ni la fuerza que exige la letalidad
de la peste -empezando por su propia reacción hasta cierto punto de
incredulidad a las medidas de higiene y del resto de la fase 1- :
infraestructura hospitalaria, equipo, material, medicamentos y personal, con suficiencia
y calidad no solo para diagnosticar, sino para combatir hasta donde es posible,
además de la coordinación estratégica y comunicacional intra muros y con los
diferentes órdenes de gobierno en las entidades federativas, vale destacar que su
arribo al campo de batalla, se dio con una confianza absoluta, con su propio
ritmo, tiempo y reconocimiento de la situación, de ahí que varias entidades
hayan estructurado su propio plan de acción y de blindaje de sus gobernados,
siendo que faltan muy pocos días para que, según los estudios y parámetros elaborados
a partir de la evolución del mal en otros países, el punto más álgido del virus
se haga presente -en fase 3-con una cantidad significativamente elevada de infectados, y
hasta de muertos. Por ello, se espera en la inmediatez de lo posible, un cambio
sustantivo que logre entonces que, con ese peculiar “aplomo” de la federación,
se emprenda la unificación de fondo, a efecto de coordinar y eslabonar
transversalmente lo mismo apoyo en equipo e insumos, que líneas de comunicación
eficaz por su interacción ininterrumpida con cada entidad federativa, logrando
un solo frente de defensa y la protección de la vida de los mexicanos, tras
mandar un claro mensaje de fuerza, de cohesión y de poder, que hará lo
necesario por la consumación del cometido.
Mientras
tanto, se consume o no en el corto plazo lo anterior, cada Estado enfrenta su
propia batalla, y Nayarit inició la suya, y que bueno que por hoy haya pactado
con senadores, diputados federales, diputados locales, líderes de partidos, un
frente en común para atender la problemática, puesto que está claro que, únicamente
en la sinergia inteligente, de la coordinación estratégica, de la
responsabilidad transversal del gobierno a intramuros -comunicando y siendo
comunicado eficazmente- y a extramuros, la sincronización toral de la
información y la interacción oportuna, veraz, en tiempo, forma, lugar y
oportunidad, que suma, atiende y entiende el tiempo y las circunstancias, se
podrá salir avante con el menor de los daños colaterales posibles, además que
tal frente debidamente estructurado y en óptimo funcionamiento, será garante
para “la mejor interconexión con las ideas y conceptos de la gente, a efecto de
conducirle por las vías mejores de principio a fin: ejecutando, verificando
avances, optimizando y evaluando resultados”, según lo expuesto en el reciente análisis
de la periodista y analista radiofónica Lily Cayeros. ¿Será este parteaguas pues, histórico en
función de la unión que logre consumar de cara al pico de la peste y la
posterior reedificación sanitaria, política, social, económica, laboral, y
productiva, o por la debacle irreversible que postre al Estado en una espiral
sin control en el corto, mediano o a largo plazo? Atentos entonces, estaremos.
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