El Presidente AMLO en el Congreso del Estado…
Marco Vinicio Jaime
De notable relevancia fue sin duda la reciente visita, por quinta ocasión, del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a Nayarit, en particular a la Capital Tepic, para la develación de una placa y un busto en honor del connotado poeta, escritor, diplomático y periodista nayarita, Amado Nervo, en el Congreso del Estado, con motivo de su primer centenario luctuoso, al que cambiaron para sorpresa de muchos por el concepto de “inmortalidad”.
Se destaca que por vez primera un Mandatario de la Nación accedió al recinto legislativo local, y fue partícipe directo de un evento con poderes y órdenes de Gobierno: sesión solemne de la 32 Legislatura, seguramente en aras de intentar plasmar para la posteridad como un logro de las propias autoridades en turno, el haber dotado de tal importancia a la citada conmemoración, tras relacionar asimismo como un “cierre con broche de oro” el “Gran viaje” efectuado previamente por parte de una comitiva encabezada por el Gobernador Antonio Echevarría García a tierras extranjeras, en Sudamérica, donde en su momento el aclamado poeta pasara sus últimos días (Uruguay, mayo de 1919), y justo ahí aprovechar, de paso, la cómoda estancia para rendir un breve homenaje.
Cierto es, que más allá de los tradicionales ritos de bienvenida presidencial: los sectores populares que fueron llevados desde muy temprano, como estudiantes, beneficiarios de programas sociales y ciudadanos en general (para los vivas, vítores y aplausos, que por cierto, esta vez no corrieron con la suerte siquiera de ver al Presidente), y la propia ceremonia protocolaria en el Congreso, la presencia del Titular del Ejecutivo Federal, se antojó para refrendar sendos compromisos “políticos”, especialmente recíprocos, donde obviamente por ahora, las decisiones coyunturales y futuristas se perfilan ser tratadas entre dos actores y nada más: el Gobierno del Estado -junto con sus “aliados” del Poder legislativo y Judicial- y el Ejecutivo Federal; es decir, con todos los medios disponibles que derivan de la estructura del Gobierno desde el plano local, se despejó aparentemente el camino de detractores y demás riesgos inoportunos o interferentes (fueran aliados de facto o no con base en anteriores pactos: que el fin ya justifica los medios), en vías de una peculiar alianza que afiance exclusivamente el pr0yecto en turno (que es ya el objetivo toral por encima de todo, y hasta de Amado Nervo), siempre y cuando se compagine con los singulares requisitos de la federación (siguiendo la ruta quizá muy al estilo local de Baja California con el que se dice es su artífice el mismo Gobernador Francisco “Kiko” Vega), luchando por trascender el actual período de mandato, que concluye el próximo 2021. ¿Consumarán su apuesta fácilmente como lo pudieran estar planeando y hasta echando confiados las campanas al vuelo, tomando en cuenta que no hay resultados automáticos de la “consertacesión” en sí misma a contrapelo de marcadas debilidades en comunicación, oficio político, seguridad y estabilidad democráticas, agravadas incluso por la dañina habla lisonjera cortesana, sin que de pronto surja fuerza alguna insurgente -inclusive desde los integrantes naturales de casa- que dé un vuelco total al escenario?
Mientras tanto, el Poder Legislativo consumó sin esperarlo a tal grado, un impacto mediático que le alcanzó para superar -aunque por muy poco, casi de rebote- los efectos de las polémicas decisiones tomadas días atrás tocante al Patrimonio Cultural nayarita, que lo marcó sin duda, con un importante costo político en el marco de su autonomía, y hasta del propio periplo a Uruguay, que le atrajo a su vez junto al resto de la comitiva viajera severas críticas de parte importante de la población, sin estrategia alguna comunicacional que coadyuvara a mitigar el vendaval. ¿Cuánto durará? Dependerá sin duda de su voluntad política por mejorar y enriquecer su indispensable política de comunicación como de operatividad política que sume, atienda en los hechos sin demoras ni interferencias, y no reste ya, para inclusive emprender valientes ajustes y rectificación necesarios.
Por lo demás, el Presidente López Obrador en su intervención dejó un mensaje importante: “El amor a las letras debe ir de la mano a la política, no sólo es el arte por el arte”. Y tiene razón: la esencia de la política es tal como lo dijo el filósofo Platón: "Hasta que los filósofos se encarguen del gobierno o los que gobiernan se conviertan en filósofos, de modo que el gobierno y la filosofía estén unidos, no podrá ponerse fin a las miserias de los Estados”; toda vez que el pensador alertó: “Hay tres clases de hombres; los amantes de la sabiduría, los amantes del honor y los amantes de la ganancia”. ¿Cómo se entiende esto? El propio Platón lo define: “La gente buena no necesita leyes que les diga lo que tienen que hacer para actuar responsablemente; la gente mala en cambio encontrará las formas de saltarse las leyes”.
Porque entonces, si para el Presidente de la República es preciso también “reconocer a la espiritualidad como parte fundamental de la vida”, puesto que, según “Carlos Pellicer, Nervo era un poeta religioso que a veces hondamente se acercó al estado místico, y vinculaba la palabra sagrada con la palabra poética”, no cabe duda que la felicidad, es tal como se describe en los evangelios de la Biblia: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual (Mateo 5:3)”; y si la felicidad incluye en entender que hay más satisfacción “en prestar ayuda a los que son débiles […], en dar que en recibir (Hechos 20:35)”, encuentra sentido la reflexión del pensador Dionicio de Halicarnaso: “Un buen gobierno produce ciudadanos que se distinguen por su valor, su amor a la justicia y otras buenas cualidades. Un mal gobierno les hace cobardes, rapaces y esclavos de todos los deseos deleznables”, como lo es sin duda la contraproducente necedad de no cuidar, respetar y amar la naturaleza de veras, del que la fauna (todos los seres vivos) y no solo la flora, el aire que respiramos y el entorno en el que habitamos, la componen, y en consecuencia no es suficiente con evitar superficialmente -y hasta simuladamente- contaminar con botellitas de plástico, cuando por otro lado, se imponen caprichos personales a rango de patrimonio cultural, fincados en macabras prácticas de diversión que depredan a los animales en sangrientos espectáculos. Si de recordar y honrar a Amado Nervo se trata, basta entonces con dar cuidadosa atención precisamente a una de sus obras cumbre, consideradas pioneras de la ciencia ficción en México, inclusive que George Orwell y su “Rebelión en la Granja”: “La última Guerra (1906)”, en donde el poeta describe con gran ingenio el futurista escenario en el que los animales, cansados de ser explotados y maltratados por el hombre, se emancipan y trastocan el terrible marco de circunstancias de depredación, que lamentablemente se ha vendido, hasta de forma oficial, como normal.
Solo así, encontrará verdadero eco el deseo expreso del jefe del Ejecutivo Federal: “Me da gusto que sus letras se sigan recordando, un mundo sin poesía es la nada. Nervo apasionó con sus obras a muchas generaciones; Gabriela Mistral, le tuvo fervor por sus poesías”; esto, a la par de la necesaria franqueza de expresión o congruencia de las palabras del presidente del Congreso, diputado Leopoldo Domínguez González: “Su legado [del que es considerado destacado embajador de la cultura mexicana] es hoy patrimonio de la humanidad, su constancia, su temple y capacidad para salir adelante ante las adversidades siempre será punto de referencia de que el pueblo de Nayarit es capaz de sacar lo mejor de nosotros y ponerlo al servicio de los demás”. Que así sea entonces, con hechos de probada eficacia, que si no, “el pueblo lo demandará”. Enhorabuena.
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