Al fin y al cabo, lo bailado nadie se los quita
Sergio Mejía Cano
En las cárceles están individuos por cometer delitos que ya han cometido otras personas a lo largo del tiempo. ¿Por qué? Pues simple y sencillamente porque tal vez los que siguieron después pensaron que a ellos no los agarrarían en la posible creencia de que a los que habían agarrado, era porque no habían tomado las debidas precauciones o por mala suerte.
Se dice, y se dice bien, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra; y también se dice que nadie experimenta en cabeza ajena. Así que por más que se le diga a alguien que no debe hacer tal o cual cosa, de todos modos la hace, ¿por qué? Pues a la mejor por pensar ese alguien que será diferente.
Así que no se comprende el porqué, por ejemplo en el ámbito político haya tantos servidores públicos que hoy son muy cuestionados; sobre todo entre los políticos que han ocupado puestos de elección popular, pero más, entre los que han ocupado cargos como jefes del Poder Ejecutivo tanto a nivel federal, como estatal y desde luego, municipal.
Anteriormente, cuando el otrora partido aplanadora, el PRI, era el partido en Poder, no había ningún gobernador que se quisiera saltar las trancas en cuanto a lo que dictara el dedo mayor, el primer priista del partido, es decir, el Presidente de la República, quien era el único de decidir por todos los gobernadores priistas en el país, incluso hasta sedaba el lujo de removerlos si así convenía a los intereses del mismo partido; tal y como se dio el caso con don Guillermo Cosío Vidaurri y Enrique Dau Flores, gobernador del estado de Jalisco y presidente municipal de Guadalajara, respectivamente, que fueron removidos por el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, después de las explosiones del 22 de abril de 1992, en gran parte del sector Reforma de la Perla Tapatía.
Sin embargo, y como nada es para siempre, después del año 2000 en que el PRI le prestó la Presidencia de la República al PAN, y que los gobernadores priistas se sintieron libres del yugo presidencial, se convirtieron en señores de horca y cuchillo en sus entidades, pues hicieran lo que hicieran, ya no estaba al frente del país, quien los pudiera remover de sus cargos, por lo que se sintieron pequeños reyezuelos con su feudo de poder en sus propios estados. Pero había un pequeño detalle que tal vez no se previó: el crecimiento en todos los sentidos de los llamados grupos del crimen organizado, y pues, se tenían dos opciones: combatirlos o pactar con esos grupos.
Y si bien, anteriormente cuando únicamente temían al dedo flamígero del primer priista de la Nación, en caso de regarla, sabían de antemano que podrían ser removidos de sus cargos, pero que no perderían sus privilegios ni serían auditados ni sufrirían ninguna pérdida en cuanto a lo
adquirido mientras “sirvieron al país”; y si se portaban bien y apechugaban sabiendo tragar camote sin hacer gestos en el entendido de que calladitos se veían más bonitos, tenían la posibilidad de pasado un tiempo de ser recompensados por haber demostrado esa disciplina partidista que tanto distinguió a muchos políticos de viejo cuño.
Es obvio que todo gobernante, de los tres niveles, por lo regular siempre sea señalado, y más en cuanto deja su cargo, sin embargo, anteriormente no pasaba de puros señalamientos y una que otra raspada en los medios informativos. Pero hoy en día, debido a las redes sociales muy poco se puede ocultar, y así se digan falsedades o verdades, por lo menos la quemada ya no se la quita ningún político o servidor público. Y ahora no nada más es la quemada mediática, sino también es la investigación respecto a lo que son no nada más señalados, sino hasta acusados.
Y lo curioso de esto, es que ya tiene tiempo en que se trae en jaque a varios exgobernadores, y aun así, se sigue informando sobre otros exgobernantes que han cometido cosas similares o peores de las que se dicen de los ya acusados y que incluso están siendo juzgados en el vecino país del norte; y otros presos en el país y desde luego, otros más huyendo o escondidos.
Y aunque haya gobernadores en funciones o ya en problemas judiciales que afirmen que los podrán acusar de corruptos, pero no de tontos; y además, digan que lo bailado nadie se los quita, ¿por qué están siguiendo los mismos pasos, en todos los sentidos, de los ahora exgobernantes señalados, acusados o en fuga? ¿Será acaso que piensen que volverán tiempos mejores y la mano o el dedo salvador? Todo está que se destape la cloaca del todo.
Sea pues. Vale.
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